Toda persona que tema los sufrimientos, que le estremezcan las privaciones o que se sienta cobarde ante la idea de morir, procederá cuerdamente dedicándose a cualquier spot antes que a la magia. Las mallas de las bailarinas serán espectáculo más propio de estas gentes que no el de las visiones del astral. Existe, no obstante, una forma de experimentos mágicos a propósito para las personas pusilánimes, que aconsejaremos a cuantas quieran divertirse dedicando de sobremesa unos momentos a los fenómenos del espiritismo. Nada tienen de difíciles y sí mucho de consoladores, y después de todo, quedan a tal distancia de la verdadera magia, qeu no hay que temer ningún serio accidente, mientras no se olvide la precaución de saber dejar las cosas en el instante oportuno. Por distinto derrotero puede el observador remontarse a los orígenes de las ciencias ocultas, para estudiar a los antiguos conocedores de tales fenómenos y otros análogos, y saber llamar las cosas por sus verdaderos nombres. En este caso, éntrase en la Magia de un modo consciente y racional; pero entonces también se entra en la vía de los réprobos, de los apestados y de los malditos. No podemos, pues, recomendar el camino a persona alguna, porque ni conduce a la riqueza, ni a los honores oficiales, y el que le aborda, debe de antemano estar dispuesto a ppasar por las tres grandes expiaciones iniciáticas; saber sufrir, saber abstenerse y saber morir.
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